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lunes, 7 de abril de 2014

CAPÍTULO 25 - WALTER: LAS FOTOS DEL RECONOCIMIENTO

"Parece

una actriz; ¿quién es, Pá?", pregunta

Lucas, iluminado, desde el asiento

del copiloto, revisando los sobres de la guantera. El sol

se refleja en su flequillo

rubio, se multiplica

por los alambres de su ortodoncia, inundando el interior

del coche

que ahora pasa lento junto al baldío, gira, se

detiene junto al muro

de la planta cárnica. Están los restos

de afiches descoloridos, se anuncia un cómico, el viernes 18, un festival

de baile náutico, un evento de música country: pasa un perro, Lucas

lo mira: "cuando termine el viaje, voy

a comprarte un perro", le

digo. Vuelvo a girar, pasamos

frente al inmenso portón metálico de la fábrica: "pero

no es una actriz, ¿no, Pa?"



miércoles, 26 de marzo de 2014

CAPÍTULO 23 - JULIA: FRENTE A LA ESTANTERÍA DEL SHAMPOO

La verdad

es que he escrito

bastante; y casi todo

es pésimo, o inverosímil —o ambas

cosas. Con Lenka

detenida, Boris

prófugo, Bernat en el hospital, y Quim

siguiendo las estrellas, es difícil saber

algo ¿Cabellos dañados? Nada

que me haga arder los ojos, si cuando me los froto

aún veo a aquellos hombres, de pie

junto al jardín —quedaron sobreimpresos

en mis párpados, en

blanco, contra el negro del fondo. He visto

lo que todos han visto: la roulotte, los días

que se acortan, la planta cárnica

a la entrada del pueblo, los números

ganadores de la lotería. La indecisión

es un nuevo comienzo: "un hueso

es sólo un hueso en condiciones normales. En otra

atmósfera, podría dilatarse uno

o dos centímetros, o desaparecer", según Vidal. Una explicación

más tradicional, y menos ingeniosa

es el golpe preciso del borde

de una pala contra el pecho. Puntas secas.



lunes, 27 de enero de 2014

CAPÍTULOS 17 - QUIM: EL FIN DEL MUNDO CONOCIDO

A la velocidad de la luz; o aún

más rápidamente, una explosión que lo devorara todo

nos privaría de su sonido: impedidas 

de propagarse, esas ondas

esperarían en el fondo de la nada, complaciéndose

en la propia imposibilidad de su existencia. Pero esto

es tan absurdo

como suponer un grito

que pudiera encerrarse dentro de una botella. Si acaso

me sirve, únicamente es

para que pueda entender qué sucedió con Carmen: apagada

a una velocidad que distrae nuestros sentidos, no podemos

oír. Mantenemos

la mirada en dirección a su muerte, buscamos

mitigar el dolor con una camarera detenida, un
 

diagnóstico médico, un joven

desaparecido; y aliviamos, en lo familiar, nuestro padecimiento. 

El fin del mundo conocido no es

eso, es renunciar a seguir buscando del mismo

modo, suspender

todos los dictados de nuestro

aprendizaje, impregnarnos de nada.-



.

lunes, 20 de enero de 2014

CAPÍTULO 16 - QUIM: ALREDEDOR DE LO MISMO

Vivir entre veinte

y treinta mil días: ¿le parece a usted

poco

o mucho? La vida de un hombre

equivale aproximadamente a la de tres

caballos; la de un caballo, a

la de tres perros: y sin embargo, las matemáticas

mienten: ¿no

lo cree usted así? Hay algo inconmensurable

en cada ser; eso, y no

que tuviera 36 años

fue lo que pensé cuando murió Lila. La gente del pueblo

supone que vivo atormentado, que me siento

culpable

del accidente. ¿Importa

que no sea eso, sino la dentención de todo

cuanto ella era

lo que me intriga? Soy uno, diciendo

de mí mismo: esto

soy. Y ellos 

prefieren otro Quim, uno

abatido, contando los insectos que se posan

en el techo, las piedras puntiagudas, los huesos

de un animal muerto. Somos

algo distinto de esos veinte o treinta mil

días; ¿exactamente

qué?

lunes, 13 de enero de 2014

CAPÍTULO 15 - QUIM: PRIMERAS EXPLICACIONES

¿Me dice usted que 

han detenido a Lenka

o se lo digo yo? No importa, mire

Julia, se lo explico a mi modo: quieren

al chico del

circo, a Boris, eso, pero tampoco 

a él, la quieren

a usted, a todos los que puedan, diciendo

que el caso está solucionado. ¿Le importa

si nos sentamos en aquel tronco? Prefiero así: se puede

ver el mar. Le habrán dicho

que tuve un accidente a la salida

de la Punta dels Farallons, y que perdí

a mi mujer; en el pueblo

les encanta repetir aquella historia. Se sientan

a jugar botifarra o ramiro en el bar, son hombres

respetables, llevan siempre sus camisas a rayas, compran

sus décimos de Navidad, y repiten la historia. Tal vez

sea verdad. Tal vez

sea por eso que vivo aquí, en el

observatorio, como le llamo. Si les 

insiste

le dirán que tuvimos un hijo, pregúnteles, sabrá

por ellos que se llamaba Didàc, se

llama, y que a él, no el mar

sino el desierto

lo guarda.




martes, 7 de enero de 2014

CAPÍTULO 14 - JULIA: DESCRIPCIÓN DE UNA VISITA

Me hizo pasar, me pidió que

me siente: "siéntese, señorita", dijo. Lo había imaginado

más delgado, más envejecido

por la muerte de Carmen. "Usted debe haber oído

muchas cosas, ¿no es así? Pues no crea

tanto

en lo que puedan decirle. Yo mismo: ¿le parezco

un hombre digno de confianza? En cualquier caso,

le hablaré de dos perros", dijo. Y dijo

que se llamaban Pastor

y Castor, y que eran ovejeros. "Muertos

en marzo, los dos. Fíjese, los dos

en una noche. Albert

no supo explicarnos cómo: no es lógico, con tanto 

aire como hay en este mundo, que dos perros

se asfixien en un jardín, ¿no es

cierto?" Miré por la ventana, se veían

los destellos del sol entre las hojas

de una higuera; Carles me llamó 

la atención: "Beba su café, señorita; no hay nada

que usted pueda ver allí, o al menos

no de día". Le pregunté si sentía

temor

por permanecer en aquella casa. "Juzga usted

mal; olvida que a mi edad

el temor y la curiosidad

raramente son motivos de peso", dijo.


lunes, 9 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 10 - JULIA: ANTES DE ESCRIBIR

Antes de escribir 

nada, sería bueno saberlo: ¿qué tengo? Una conversación

confusamente halagadora en el Cráter, la sonrisa ambigua

de un boxeador desconocido —un motociclista

pálido guiándome en la noche, extendiéndome

un trozo de papel tras el cual seguir

buscando: aquello que yo misma hago

cada viernes

para el periódico de aquí. Insisto: ¿qué tengo?

¿Estoy impresionada por una muerte, por un esternón

roto, o por el modo en que Bernat señalaba una luz

titilando en lo alto del monte? Debo olvidarlo

todo, recordar

lo importante, volver al circo (anoto: buscar

bibliografía sobre los transhumantes, los 

despojados, los

asesinos nómadas) penetrar el jardín de

Carmen; medir 

la intensidad de las señales, hablar con 

el forense. Otra

taza de café frente al ordenador; pregunto: ¿es cierto

lo que se comentaba 

de Carmen? ¿Se comentaba algo de ella? Mi pelo

se ha resecado desde que estoy aquí en

este pueblo, giro

las puntas con la mano izquierda, mientras la derecha

sigue haciendo dibujos simétricos en una hoja

de papel: un chinito

que fuma frente al espejo, un gato —visto

desde arriba— caminando sobre una cuerda. El viernes

debo tener una versión más clara

de todo esto, debo explicarlo.