lunes, 27 de enero de 2014

CAPÍTULOS 17 - QUIM: EL FIN DEL MUNDO CONOCIDO

A la velocidad de la luz; o aún

más rápidamente, una explosión que lo devorara todo

nos privaría de su sonido: impedidas 

de propagarse, esas ondas

esperarían en el fondo de la nada, complaciéndose

en la propia imposibilidad de su existencia. Pero esto

es tan absurdo

como suponer un grito

que pudiera encerrarse dentro de una botella. Si acaso

me sirve, únicamente es

para que pueda entender qué sucedió con Carmen: apagada

a una velocidad que distrae nuestros sentidos, no podemos

oír. Mantenemos

la mirada en dirección a su muerte, buscamos

mitigar el dolor con una camarera detenida, un
 

diagnóstico médico, un joven

desaparecido; y aliviamos, en lo familiar, nuestro padecimiento. 

El fin del mundo conocido no es

eso, es renunciar a seguir buscando del mismo

modo, suspender

todos los dictados de nuestro

aprendizaje, impregnarnos de nada.-



.

lunes, 20 de enero de 2014

CAPÍTULO 16 - QUIM: ALREDEDOR DE LO MISMO

Vivir entre veinte

y treinta mil días: ¿le parece a usted

poco

o mucho? La vida de un hombre

equivale aproximadamente a la de tres

caballos; la de un caballo, a

la de tres perros: y sin embargo, las matemáticas

mienten: ¿no

lo cree usted así? Hay algo inconmensurable

en cada ser; eso, y no

que tuviera 36 años

fue lo que pensé cuando murió Lila. La gente del pueblo

supone que vivo atormentado, que me siento

culpable

del accidente. ¿Importa

que no sea eso, sino la dentención de todo

cuanto ella era

lo que me intriga? Soy uno, diciendo

de mí mismo: esto

soy. Y ellos 

prefieren otro Quim, uno

abatido, contando los insectos que se posan

en el techo, las piedras puntiagudas, los huesos

de un animal muerto. Somos

algo distinto de esos veinte o treinta mil

días; ¿exactamente

qué?

lunes, 13 de enero de 2014

CAPÍTULO 15 - QUIM: PRIMERAS EXPLICACIONES

¿Me dice usted que 

han detenido a Lenka

o se lo digo yo? No importa, mire

Julia, se lo explico a mi modo: quieren

al chico del

circo, a Boris, eso, pero tampoco 

a él, la quieren

a usted, a todos los que puedan, diciendo

que el caso está solucionado. ¿Le importa

si nos sentamos en aquel tronco? Prefiero así: se puede

ver el mar. Le habrán dicho

que tuve un accidente a la salida

de la Punta dels Farallons, y que perdí

a mi mujer; en el pueblo

les encanta repetir aquella historia. Se sientan

a jugar botifarra o ramiro en el bar, son hombres

respetables, llevan siempre sus camisas a rayas, compran

sus décimos de Navidad, y repiten la historia. Tal vez

sea verdad. Tal vez

sea por eso que vivo aquí, en el

observatorio, como le llamo. Si les 

insiste

le dirán que tuvimos un hijo, pregúnteles, sabrá

por ellos que se llamaba Didàc, se

llama, y que a él, no el mar

sino el desierto

lo guarda.




martes, 7 de enero de 2014

CAPÍTULO 14 - JULIA: DESCRIPCIÓN DE UNA VISITA

Me hizo pasar, me pidió que

me siente: "siéntese, señorita", dijo. Lo había imaginado

más delgado, más envejecido

por la muerte de Carmen. "Usted debe haber oído

muchas cosas, ¿no es así? Pues no crea

tanto

en lo que puedan decirle. Yo mismo: ¿le parezco

un hombre digno de confianza? En cualquier caso,

le hablaré de dos perros", dijo. Y dijo

que se llamaban Pastor

y Castor, y que eran ovejeros. "Muertos

en marzo, los dos. Fíjese, los dos

en una noche. Albert

no supo explicarnos cómo: no es lógico, con tanto 

aire como hay en este mundo, que dos perros

se asfixien en un jardín, ¿no es

cierto?" Miré por la ventana, se veían

los destellos del sol entre las hojas

de una higuera; Carles me llamó 

la atención: "Beba su café, señorita; no hay nada

que usted pueda ver allí, o al menos

no de día". Le pregunté si sentía

temor

por permanecer en aquella casa. "Juzga usted

mal; olvida que a mi edad

el temor y la curiosidad

raramente son motivos de peso", dijo.