Mostrando entradas con la etiqueta Cráter. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cráter. Mostrar todas las entradas

lunes, 9 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 10 - JULIA: ANTES DE ESCRIBIR

Antes de escribir 

nada, sería bueno saberlo: ¿qué tengo? Una conversación

confusamente halagadora en el Cráter, la sonrisa ambigua

de un boxeador desconocido —un motociclista

pálido guiándome en la noche, extendiéndome

un trozo de papel tras el cual seguir

buscando: aquello que yo misma hago

cada viernes

para el periódico de aquí. Insisto: ¿qué tengo?

¿Estoy impresionada por una muerte, por un esternón

roto, o por el modo en que Bernat señalaba una luz

titilando en lo alto del monte? Debo olvidarlo

todo, recordar

lo importante, volver al circo (anoto: buscar

bibliografía sobre los transhumantes, los 

despojados, los

asesinos nómadas) penetrar el jardín de

Carmen; medir 

la intensidad de las señales, hablar con 

el forense. Otra

taza de café frente al ordenador; pregunto: ¿es cierto

lo que se comentaba 

de Carmen? ¿Se comentaba algo de ella? Mi pelo

se ha resecado desde que estoy aquí en

este pueblo, giro

las puntas con la mano izquierda, mientras la derecha

sigue haciendo dibujos simétricos en una hoja

de papel: un chinito

que fuma frente al espejo, un gato —visto

desde arriba— caminando sobre una cuerda. El viernes

debo tener una versión más clara

de todo esto, debo explicarlo.


lunes, 25 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 08 - BERNAT: NOCHE DEL LUNES

Me pregunto si sabe dónde estamos. Espere:

voy a encender las luces para que pueda verlo. 

¿Lo adivina, verdad? Esto

es nuevamente la entrada del pueblo, pero usted no lo había

notado. A eso me refiero, a que es posible que no haya sido la única

en confundirse. Pero dejemos eso: supongo que no le molesta

que fume. Mire

a su alrededor ¿no encuentra nada

fuera de lugar, nada que le parezca extraño? Está bien; yo

se lo diré: intente fijar su atención en aquella luz que se ve

sobre el capot, a la izquierda. Muy bien. Permítame que

sintonice la radio aquí; y ahora observe

lo que sucede con la luz. Es la casa de Quim. ¿Lo sabía?

Ahora apaguemos la radio y las luces

del auto. A su derecha debe haber una linterna, en el fondo

de la guantera; eso

mismo. Ilumine hacia el cielo

con tres señales cortas. Ahora aguardemos un poco. Ahí

está: véalo usted. Y ahora 

apáguela: nos vamos de aquí

ya mismo, tenemos que regresar al pueblo, aún tengo

que enseñarle una o dos cosas más. ¿Recuerda aquella carta

que le mostré cuando bajamos al Cráter, la de Boris; esa que usted

me preguntó cómo había podido conseguir? Le voy a revelar

algo: la primera vez que la leí

me pareció extraña, apenas eso. Y después comprendí: Boris

no actuaba con ningún jersey. ¿Por qué diría

eso del jersey? Piénselo: aquí está el papel, mírelo

con cuidado. ¿Sabe usted

lo que es un acróstico? Imagino que sí.-