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lunes, 10 de marzo de 2014

CAPÍTULO 21 - BERNAT: UNA ORACIÓN ANTES DEL SUEÑO

Todo lo que se va

con la respiración es inestable; inestable

lo que con ella llega. Consérvala

sin ningún deseo

de adueñarte de ella. Permite que con ella llegue

el aire de este mundo — todas esas

metáforas de sí

mismas. También tú

no eres sino el símbolo de una conciencia

ajena, pugnando

por abandonar la apariencia. Nunca sabrás

qué es el viento, qué

las aves que gritaban sobre las rocas de la

costa, nada

de lo que imaginaste distinto de tu ser. Incluso

ahora, buscando establecer que la temperatura de tu cuerpo

y tú

sean dos fenómenos independientes — y no cada uno

la realización del otro— no haces más que cegarte

en tu voluntad de resistir. Sólo concibes

la voluntad como rechazo, como un alejamiento

de todo lo que, fuera de ti, sigue siendo

también tú mismo. Alíviate de ti; y deja

que la respiración restituya

lo que te corresponde: duerme ahora.-



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lunes, 3 de marzo de 2014

CAPÍTULO 20 - DR. VIDAL: EL CHICO DEL LUNAR

Me gustan estas gafas, creo

que es importante que la montura sea

transparente: en un

médico

pareciera ser una buena

señal.No es que los gérmenes

se vayan a ocultar especialmente en las monturas

opacas, pero si es imposible

mostrar una asepsia microscópica, sirve

lo que se pueda ver: el uniforme, las manos, el

pelo, los zapatos, las

gafas: todo

luce impecablemente. Creo en ese

orden, como también así

debieran ser los pacientes: aquí

el chico del lunar, más allá, la mujer

que ha tenido mellizos, el joven

que cayó de la moto anoche, y perdió

el conocimiento. Cada uno

en su cuarto, con su expediente claramente visible: es importante

reconocer los cuerpos, mantenerlos

ordenados

en un espacio que pueda recordarse fácilmente; y no

perdidos, vagando

en los pasillos de un laberinto blanco

y sin sentido — indescifrablemente sueltos

donde la razón no puede cobijarlos.-





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lunes, 10 de febrero de 2014

CAPÍTULO 18 - BERNAT: LA RECONSTRUCCIÓN DE UNOS FRAGMENTOS

Concentrado en registrar

mis constantes vitales, deseaba —deseo— únicamente

establecer una relación

entre la energía de mi cuerpo y mis actividades

recientes. Anoche

he tenido un desmayo, según dicen 

los médicos. Pudiera ser

un exceso de entrenamiento, falta de sales en

el cuerpo, otras

razones, en las que tampoco 

creo. Un intento por recordar es igual a la aguja

con la que Marc me hizo este tatuaje en el brazo

derecho: duele

en algún punto del que no soy consciente; y tiñe, esparce

una milésima de su coloración en mí. Aquí está

ese dragón, junto

conmigo; los dos

reposamos en la cama del hospital. No está claro

si llevo este dibujo conmigo, o si

es parte de mí. Decido

que mi respiración y mi pulso son 

normales ahora, también

el eco de unos pasos que resuenan

al fondo del corredor, como el frío intermitente, las

visiones

podrían ajustarse a alguna explicación, digamos

al cansancio, a la sorpresa

de despertar aquí: el dragón y

yo— uno

o dos, es igual— decidimos volver

a dormir, un poco más.





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