En cada uno de mis pasos debe haber un
sentido —una dirección precisa. Y
todo puede
observarse, medirse; como
yo mismo:
voy a los tumbos, liderado por el viento, por lo que se deje
olvidar, lo que se vaya
lejos, esquivando los pueblos. Una
velocidad y un
intento de esconder lo visible:
el cansancio, las botas agujereadas, la
nieve: despegarlo
del resto, la voluntad, la
orden de captura —lo que dice la prensa de
allí: y que también se desvanece
con esta bruma intensa. Así
avanzo hacia el
silencio, hacia ser una silueta improbable —
algo en lo que nadie cree.
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